Nos despedimos de Esther, una gran mujer que la definía su carácter amable y dócil, era la calma personificada, nunca tuvo conflictos con ninguna de sus compañeras. Todas la querían muchísimo y la querían cuidar siempre. Su pasión: sus cuatro hijos a los que adoraba y si alguna vez estaba intranquila era porque pensaba en ellos y creía que les había pasado algo.

Siempre que pase por la Sala de Día te voy a tener presente, con tu mantica roja en las piernas sentada tranquilamente en tu sillón….un beso enorme Esther, ha sido un placer poder tenerte con nosotras y un fuerte abrazo para todos tus hijos y familia!!!!!!!!!!!!

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